viernes, 21 de diciembre de 2012

Ningyo 人魚 (Sirena)


Ningyo 人魚 (lit. humano-pez), se podría decir que son las sirenas del folklore japonés. Aun así no se parecen mucho. En el folklore europeo las sirenas son representadas como preciosas mujeres (o hombres) con cola de pez. En cambio las ningyo, almenos antiguamente, eran representados como una mezcla de mono y carpa (mm que sexys eh XD) Actualmente a veces también se representan como mujeres hermosas, supongo que por influencia del folklore europeo.


Lucen unas brillantes escamas doradas. No saben hablar, pero emiten un sonido parecido al de una flauta que resulta embriagador para los humanos. Su carne es deliciosa y otorga longevidad a quien la prueba. Aun así se dice que cazar a una ningyo trae mala suerte, asi que los pescadores que cogen alguna por error la sueltan inmediatamente. También se dice que provocan tormentas



La leyenda de Yaobikuni

Esta es la leyenda más conocida sobre las ningyo, donde muestra claramente la creencia de que su carne otorga la inmortalidad: Yao Bikuni, o también conocida como Happyaku Bikuni (la monja budista de ochocientos años)
Cuentan que una vez un pescador de la provincia de Wakasa pescó un extraño pez, el cual jamás había visto. Con el asombro decidió realizar un banquete con sus amigos para poder probar todos el pez. Mientras lo cocinaban un de los invitados entró en la cocina y, al ver que el pez tenia la cabeza de un ser humano, les advirtió de que no lo comieran. Mientras comian todos se guardaron su trozo de pescado en la ropa para después deshecharlo. Sin embargo, uno de ellos olvidó tirarlo y al llegar a casa borracho se lo ofreció a su hija como regalo. Tan pronto como se dió cuenta de lo que había hecho intentó detener a su hija, pero ya era demasiado tarde y se lo había comido entero. El pescador al ver que la niña no parecía encontrarse mal finalmente no le dió importancia.

La niña fue creciendo y al llegar a la mdurez dejó de envejecer. Durante cientos de años la joven se casó varias veces, viendo como morian todos sus maridos. Sin poder soportar la pérdida de tantos de sus seres queridos la joven se hizo monja budista y emprendió un largo peregrinaje por todo Japón ayudando a los pobres. Ochocientos años despues, casada de su larga vida, se encontró con una ningyo a la que le imploró que la liberase de tal maldición. La ningyo accedió y la joven monja se retiró a una cueva donde morir.

Publicado originalmente el 21 de diciembre del 2012

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